viernes, 21 de septiembre de 2007

Del fin de semana y otras conspiraciones

El ‘wiken’, el ‘fincho’, o como quieran llamarlo, ha vuelto una vez mas, y yo no estaba preparado. Me cogió por sorpresa, limpio como de costumbre pero tan desprogramado como siempre; una vez más me resignaré a verlo pasar, con su juernes precoz, su viernes aventurero, su sábado engreído, y su domingo enguayabado.


Los más atrevidos se entregan a los placeres del fin de semana desde el jueves, espontáneos y decididos arman rumba desde temprano, provocan a todo el mundo, sobre todo a esos que no se arriesgan a llegar al día siguiente con ‘la gafa’, la aspirina, y el agua, a sus lugares de trabajo o estudio. Otros más convencionales, pero igual de ansiosos de recibir al fin de semana como a toda una celebridad, se pierden en la noche joven del viernes, abandonan sus oficinas y aulas de clase afanados, desesperados, y dispuestos a todo para abandonar y olvidar de momento el trajín de la semana. Algunos repiten, otros no, pero a la noche del sábado no le falta gente, la euforia es gratis por la calle, las luces parecen brillar más, y el cielo se ve más oscuro, más maduro. Finalmente llega el triste y aburrido domingo, que subraya el inicio de una nueva semana, carga las secuelas dejadas por los días previos, guayabos acumulados, lagunas mentales, y un par de arrepentimientos obsoletos, que afortunadamente se neutralizan con los rezos y plegarias de cientos de abuelitas incansables que visitan cada domingo, templos e iglesias. La historia semanal vuelve a empezar con el lunes antipático, el martes monótono y el miércoles de locos, hasta repetir las travesuras del único final más extenso que el resto del resto de la obra, los últimos 4 de los 7 días de la semana.


Cabe resaltar que no falta el descarado que no respeta días, que en su calendario la semana empieza en luernes, y sigue en la misma tónica todo el septenario. Así como otros aburridos que no festejan ni por la muerte de un obispo (y no es que eso se deba festejar, es que así dice el adagio popular). Pero como les decía, yo de momento me quedaré en casa, acompañado de mis roommates y mi PC; viendo como el fincho nos distrae mientras que el resto de la próxima semana conspira para darnos con todas sus fuerzas ahí, entre las piernas.

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