sábado, 24 de febrero de 2007

La vida es una escena

De niño nunca me gustaron los payasos, tampoco llegué a tenerles miedo, simplemente no me gustaban. Quizá porque nunca he visitado un circo; o de pronto porque algo muy dentro de mí veía en ellos el reflejo abstracto de una constante en mi vida, o probablemente de la vida de muchos.

Sólo Dios sabe cuál es verdadero sentimiento de un payaso, cuando con risas de colores, y ridículos tropezones, inunda de alegría a niños y adultos. Seguramente en un gran número de presentaciones, esa alegría que lo viste exteriormente también lo viste por dentro; pero en cuántas presentaciones está ausente de colores su corazón? No podemos determinarlo. Es probable que algunos días el maquillaje rinda menos, que sus carcajadas no sean más que lamentos disfrazados, y que en el fondo de sus enormes bolsillos un pequeño pañuelo esté siempre a la expectativa de esa ínfima lágrima dispuesta a desenmascararlo. Después de todo… ¿Quién quiere ver a un payaso triste?

Hace días observando la prensa me tomó por sorpresa un titular… ‘En medio de la función: Asesinan a dos payasos’. No puedo más que imaginar la negrura de la escena, la paradoja de la realidad, el desconcierto de los presentes, y el pobre final de dos héroes. Que tristeza da saber que vivimos en un mundo donde todo se resuelve por la vía mas corta, la menos efectiva y la más dañina. No sé que problemas tendrían esos personajes, pero cualesquiera que fueran, no merecían acabar así.


Coincidencialmente me encuentro leyendo un libro que a todos suena particular, ‘Opiniones de un payaso’ de Heinrich Böll, lo encontré en una minuciosa visita a la biblioteca, es bastante viejo, ya sus hojas son de un crema-marrón degradado, y expide ese raro olor a desuso. En realidad me parece que eso hace más convincente su nombre. La historia no transcurre en nuestra época, y por el autor pueden deducir que mucho menos en nuestra cultura, aun así es una reflexión grandiosa sobre la religión y la política (Quién lo creyera)

Ay payasos, payasos, cuándo podremos decirle al mundo lo que sentimos mas allá del encierro de un camerino o un cuarto, cuándo osaremos expresarnos mas allá de la sonrisa que todos quieren ver.

jueves, 8 de febrero de 2007

Una historia por crear, una vida por vivir.


Pasaron 40 semanas, 10 meses, casi un año, y Nicolás (mi sobrino) no quería salir del cálido vientre de su madre, como si de antemano supiera los compliques de la vida, y hubiera decidido retrasarla al máximo. Sólo los despistados se precipitan al mundo.

Una cesárea lo sacó de su tranquilidad original, un médico el 4 de febrero del 2007 lo hizo aterrizar en su nuevo mundo, al que él se presentaba con 52cm de longitud, y casi 3,5kg de peso. A partir de éste instante nada será como en los 10 meses previos a su nacimiento, en adelante tendrá que valerse de medios totalmente diferentes para vivir; tendrá que aprender a comunicarse, pasará por el colegio y aprenderá a escribir y a convivir, le costará hacer la ‘e’ al derecho, conocerá la historia, estudiará la geografía y las matemáticas y verá mil veces la estructura de la célula, sin poder recordar a los pocos años cual es la función de las mitocondrias.

Éste tierno bebé se acaba de presentar ante nosotros, ya se parece a todos y a ninguno, su cara cambiará con el tiempo, al parecer será mas alto que el redactor de éstas líneas. Su forma de ser será cultivada por sus padres, su familia y su sociedad; aunque algunas cosas en su temperamento y carácter, son inmodificables ya que vienen por disposición genética, el código de barras de la vida, los valores ‘por default’ de nuestra existencia.

De momento Nicolás está apenas reconociendo olfativamente (y de pronto visualmente) a su mamá y a su papá; ya extraña su presencia cuando no están. Qué curiosa es la relación padres-hijo nunca antes se habían visto pero desde entonces toda sus vidas giran ante un nuevo centro.

Los días pasaran como horas, y los años como días; dentro de poco Nicolás estará contándonos su historia, su apreciación de la vida; nosotros no podremos creer cuan viejos nos hemos vuelto en tan corto tiempo, mientras aquel bebé ejecuta sus sueños, quizá ya como un gran médico, o un magnífico abogado, de pronto como un brillante artista o un espléndido ingeniero. El tiempo lo dirá, Nicolás lo decidirá, y nosotros estaremos siempre atentos al desarrollo de una vida grande y gloriosa, una vida llena de gozos, triunfos y alegrías.

Felicidades, Guiomar Cormane; Felicidades, Luís Enrique Aranibar

sábado, 3 de febrero de 2007

Hay palabras que llegan, que motivan, que nos ponen a pensar. Hoy quiero compartir éste video que algún día vi, me hizo reír y también cuestionarme. Se llama Sunscreen (filtro solar). Disfrútenlo.