martes, 9 de enero de 2007

Guácala!.. que rico

Hay cosas que son terriblemente desagradables, y otras que tienen una terrible reputación. Hoy visitaba a un par de amigas que son hermanas, y una de ellas preparaba algo en la cocina para la visita (no para mi, otra persona más visita que yo), revisó en la nevera, en las gavetas y en la despensa; al cabo del recorrido unas zanahorias, espinaca, y un par de limones esperaban por su fusión. Un caldo, pensé, pero no era así, un jugo era lo esperado por todos. La licuadora se encargó de darle un solo sabor a aquella ensalada; también un solo color, el de la espinaca. “Guácala”, dije, fue entonces cuando volví a tener cinco años y las palabras de mi mamá salieron por la boca de mi amiga, “por qué vas a decir que no te gusta si nunca lo has probado”, no logro catalogarlo del todo como una pregunta, tampoco como una acusación, pera sea lo que sea, tiene todo el sentido del mundo. Así que pasé saliva, tome aire, y me mandé una bocanada de este menjurje en la boca; fue como dar un paso pensando que hay un escalón y no lo hay, o como cuando intentamos levantar algo que creemos muy pesado y es mas liviano que el aire caliente; éste raro jugo verde monte era delicioso, y un vaso no fue suficiente para mí. Definitivamente nunca terminamos de conocernos.


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