jueves, 8 de febrero de 2007

Una historia por crear, una vida por vivir.


Pasaron 40 semanas, 10 meses, casi un año, y Nicolás (mi sobrino) no quería salir del cálido vientre de su madre, como si de antemano supiera los compliques de la vida, y hubiera decidido retrasarla al máximo. Sólo los despistados se precipitan al mundo.

Una cesárea lo sacó de su tranquilidad original, un médico el 4 de febrero del 2007 lo hizo aterrizar en su nuevo mundo, al que él se presentaba con 52cm de longitud, y casi 3,5kg de peso. A partir de éste instante nada será como en los 10 meses previos a su nacimiento, en adelante tendrá que valerse de medios totalmente diferentes para vivir; tendrá que aprender a comunicarse, pasará por el colegio y aprenderá a escribir y a convivir, le costará hacer la ‘e’ al derecho, conocerá la historia, estudiará la geografía y las matemáticas y verá mil veces la estructura de la célula, sin poder recordar a los pocos años cual es la función de las mitocondrias.

Éste tierno bebé se acaba de presentar ante nosotros, ya se parece a todos y a ninguno, su cara cambiará con el tiempo, al parecer será mas alto que el redactor de éstas líneas. Su forma de ser será cultivada por sus padres, su familia y su sociedad; aunque algunas cosas en su temperamento y carácter, son inmodificables ya que vienen por disposición genética, el código de barras de la vida, los valores ‘por default’ de nuestra existencia.

De momento Nicolás está apenas reconociendo olfativamente (y de pronto visualmente) a su mamá y a su papá; ya extraña su presencia cuando no están. Qué curiosa es la relación padres-hijo nunca antes se habían visto pero desde entonces toda sus vidas giran ante un nuevo centro.

Los días pasaran como horas, y los años como días; dentro de poco Nicolás estará contándonos su historia, su apreciación de la vida; nosotros no podremos creer cuan viejos nos hemos vuelto en tan corto tiempo, mientras aquel bebé ejecuta sus sueños, quizá ya como un gran médico, o un magnífico abogado, de pronto como un brillante artista o un espléndido ingeniero. El tiempo lo dirá, Nicolás lo decidirá, y nosotros estaremos siempre atentos al desarrollo de una vida grande y gloriosa, una vida llena de gozos, triunfos y alegrías.

Felicidades, Guiomar Cormane; Felicidades, Luís Enrique Aranibar

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